Código deontológico MONTERÍA ESPAÑOLA.

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  • Asistir a la montería con ánimo de disfrutar. Tener siempre presente que en montería es imposible garantizar que todos los monteros disparen.

  • Cumplir siempre las normas dictadas por la organización. Su objetivo es conseguir el mejor resultado para todos y la máxima seguridad.

  • En puestos ocupados por dos monteros, no se debe simultanear disparo sobre el mismo lance.

  • No hacer uso de la mira del rifle (como si se tratase de unos prismáticos) para ver a otra postura o perrero.

  • No efectuar disparo alguno sin tener la completa seguridad de que se apunta sobre una res. En el monte hay rehaleros, guías, perros. Un bulto o tarameo también puede tratarse de una persona o un perro.

  • No efectuar disparos al viso (al horizonte). Desconocemos dónde puede terminar el proyectil (bala).

  • Respetar los derechos del resto de monteros: Dejar cumplir las reses. No cortar las carreras con dirección hacia otros puestos. La regla de la montería implica que las reses que entran en el campo de tiro de un puesto corresponde, en exclusiva, a su ocupante. Sólo él decide cuándo y cómo disparar, sin sufrir disparos indebidos de puestos próximos o contiguos. No disparar nunca en línea con otros puestos. Respetar el lugar exacto de la ubicación marcada en el puesto. En los cortaderos, pegarse lo máximo posible al monte justo donde se encuentra la tablilla del puesto, teniendo especial cuidado con las reses que nos entran de frente. Es preferible no disparar, o como mucho, hacerlo únicamente hasta la mitad de la raya. En muchas monterías se prohíben los tiros a contramano, lo que en la jerga montera se conoce como “tirar de Benítez”.

  • No disparar sobre una res que se encuentre rodeada de perros o si éstos van muy cerca de ella (mordiéndole el culo). No existe trofeo que jamás merezca la muerte de un perro.

  • No pegar a los canes si muerden a la res recién abatida. Ellos la hicieron cumplir en el puesto. Morder es su premio y es la manera justa para que se piquen más con la caza. Deja que muerdan durante un tiempo prudencial. Les hace mejores. Ojo, morder sí. Comer no. No dejarlos comer. Con una rama y sin violencia, o dando una voz, se les aparta para que prosigan cazando.

  • Si se produce un agarre, nunca disparar. Tampoco apartar los perros castigándolos para que suelten y disparar después. El remate de la res se ha de producir a cuchillo, o en su defecto, esperar a que acuda al rehalero o bien otro montero más experimentado. Un disparo sobre un agarre o vocear a los perros para que suelten la pieza, destroza a la rehala. Incurrir en semejante despropósito provocará que a partir ese momento, espantada por la detonación, palos o gritos recibidos, la rehala suelte a la pieza agarrada ante la llegada de cualquiera, con el peligro que conlleva.

  • No moverse del puesto hasta el final de la montería. Si el montero acude a un agarre, debe ser visible y estar siempre visible para los puestos vecinos.

  • Si se mata un perro por accidente, se debe comunicar el incidente al rehalero o bien al dueño de la rehala. Un accidente le puede ocurrir a cualquier montero. Aunque sea un hecho triste, existirá comprensión al respecto.

  • Las reses se discuten en el monte, con respeto y educación. Jamás en el lugar de la junta montera. La regla de la primera sangre prevalece. En caso de conflicto, se debe acatar la decisión del capitán de montería. En su defecto, del postor o el secretario.

  • No efectuar disparos al blanco tras la finalización de la montería. Se debe velar por la seguridad de las personas que se encuentran en la mancha recogiendo caza y localizando perros de las rehalas.

  • No cortar en el monte la cabeza de ninguna pieza abatida. La res debe llegar entera a la junta de carnes.

  • Señalar la ubicación de las reses abatidas para facilitar su recogida, haciendo las correspondientes indicaciones al postor. Si éste no acude, es conveniente colocar en el puesto tantas marcas como número de reses hayamos abatido.

  • Dejar siempre el campo limpio de papeles, casquillos y plásticos. Máximo respeto por el medio natural.

  • Marcar el trofeo de manera visible con algún elemento personal diferenciador, a fin de evitar, una vez en la junta, posibles confusiones, facilitando de igual modo la recogida por parte del taxidermista.

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