Suena el despertador. ¡Las 6 de la mañana!. Me levanto de la cama como un resorte. Duchita rápida, café y a la carretera, que tengo por delante más de siete horas de camino. Hay que aprovechar antes de que empiece a calentar el sol. Pasadas la una y media de la tarde llego a mi destino. El amigo Víctor y su familia me están esperando para comer. Sobre la mesa un manjar, cogote de merluza que ha preparado el anfitrión para la ocasión. ¡Una auténtica delicatessen!. Casi sin darnos cuenta se nos pasa más de media tarde entre vinos, sidras y cafés. A las siete y media hemos quedado guías y cazadores para salir a cazar. Algunos ya nos conocemos de años anteriores. Un placer coincidir con gente conocida.

rececho-corzo-vasco

En esta ocasión es Antonio el guía con quien he de recechar. Sin perder tiempo nos desplazamos al cazadero para hacer una espera a un corzo que carea en un prado aún sin segar. Hasta las nueve y media pasadas permanecemos junto a la orilla del bosque dando vista al prado en cuestión confiados en que aparezca el corzo. No lo hace, aunque sí una corza que no tarda en ocultarse de nuevo. Ante los insistentes ladridos del macho en el bosque de enfrente, decidimos cambiar de ubicación e ir en su busca por si se encuentra pastando en el prado fuera de nuestra vista. Cuando llevamos andados unos cuantos metros, salta como una liebre la corza que vimos anteriormente. En la huida espanta al macho, que se encontraba en la esquina del prado a punto de salir al claro. ¡Vaya faena, un poco más y seguro que se pone a tiro! -pienso-. Nos lamentamos durante unos momentos y damos por terminada la jornada. Regresamos al punto de encuentro para “meternos una buena cena entre pecho y espalda”.
La jornada del sábado es intensa en lo concerniente a la gastronomía y poco fructífera en lo cinegético. Parece que a los corzos se los ha tragado la tierra. Una corza y un vareto son el escaso bagaje de todo el día.

rececho-corzo-vasco

La salida del domingo por la mañana es la última oportunidad que tenemos para no marchar de vacío. Me doy cuenta enseguida que si empieza a llover la mañana se va a complicar y las probabilidades de ver algo se van a reducir considerablemente. Intentamos localizar sin éxito alguna res en varios prados bastante querenciosos. Comienza a llover y Antonio decide que cambiemos de zona y nos dirijamos a unos prados más recónditos donde días antes han observado varios machos. Dicho y hecho. Llegamos en pocos minutos. Comenzamos a andar bajo la lluvia. Hemos de ascender quinientos metros por un camino hasta alcanzar el prado en cuestión. Para de llover justo en el momento que llegamos al mismo.

rececho-corzo-vasco

Avanzamos lentamente por el camino que transita por su mitad. Súbitamente Ander me echa el alto. Hace un gesto con la mano para que me agache. ¡Hay un corzo ahí delante, creo que nos ha visto! -me dice por lo “bajini”-. Nos damos el visto bueno con la mirada y nos levantamos a la par para efectuar el disparo, sorprendiéndonos al comprobar que el corzo ya no está. Avanzamos unos pasos y logramos verlo de nuevo. Nos está mirando. Me encaro el rifle más rápido que Harry el sucio y ¡click!. ¡Me cago en la pena negra, no he descerrojado! (por no reproducir textualmente cuáles fueron mis palabras originales). Tiro rápidamente de la pestaña extractora. ¡Chas!. El sonido hace que el corzo corra hacia esquina de abajo. Antonio le silba y el macho se detiene quedando de costado mirándonos, momento que esta vez sí, aprovecho para enviarle una píldora (sin receta) del 30.06. ¡Piiimba!. El corzo no acusa el disparo y reemprende la carrera hacia la esquina de arriba del prado. Antonio continúa silbando pero el corzo no se vuelve a detener. En el último momento, cuando el corzo salta para salvar los cables perimetrales del prado, ¡Baaaang! disparo de nuevo. No he visto salir al corzo por detrás de los cables -me dice Ander-. Yo tampoco, vamos a acercarnos a ver -le replico-.
Andamos unos metros hasta que logramos ver la esquina por la que ha saltado el corzo. No tardamos en comprobar, no sin algo de sorpresa, que el corzo yace muerto en el lugar del lance. Ha pegado el pelotazo contra el talud del camino y está tendido junto al mismo. ¡Maaadre mía qué tirascazo!. En ese instante me acuerdo de Requejo, por haber puesto el rifle a tiro con tanta precisión. ¡Vaya lance!. Muchas gracias. Si no llegas a silbar el corzo se va -le digo a Antonio-. Después de comprobar que se trata de un bonito macho, regresamos para ¡cómo no, almorzar!, y después emprender el viaje de vuelta a casa. Otro fin de semana inolvidable en tierras vascas.

GALERÍA FOTOGRÁFICA

rececho-corzo-vasco

rececho-corzo-vasco

rececho-corzo-vasco

También te puede interesar

Resultado montería La Raposera Ficha MONTERÍA LA RAPOSERA, celebrada con fecha 4 de noviembre de 2018. Temporada de caza 2018-2019. FICHA MONTERA MANCHA FINCA TÉRM...
Resultado montería La Matilla Ficha MONTERÍA LA MATILLA, celebrada con fecha 15 de octubre de 2017. Temporada de caza 2017-2018. Nada más y nada menos que 28 jabalíes, con siete...
Resultado montería Los Merinos Montería Los Merinos Ficha montera Temporada: 2023-2024. Organización: Monteros de Sopetrán. Fecha: 7 octubre 2023. Finca 1: Los Me...
Resultado montería La Aljabara de Spínola Ficha montería La Aljabara de Spínola, celebrada con fecha 1 de diciembre de 2012. Temporada de caza 2012-2013. FICHA MONTERA FECHA: 1 di...

7 comentarios en “CORZO A LA CARRERA”

Los comentarios están cerrados.

Ir arriba